Fahrenheit 451 presenta una sociedad futurista donde los libros están prohibidos, ya que hacen pensar y constituyen, por lo tanto, un peligro para aquellos que los leen. La labor de descubrir los libros ocultos en las casas recae sobre el cuerpo de bomberos, que se encarga de quemar los libros descubiertos (de ahí el título del relato que corresponde, supuestamente, a la temperatura a la que arde el papel).
El protagonista es Montag, un bombero con un futuro prometedor dentro del cuerpo y que vive junto a su esposa Linda, un ama de casa que, como el resto de sus amigas, vive enganchada a las pastillas y a unos absurdos programas de televisión que se emiten continuamente.
Un día Montag conoce a Clarisse, una misteriosa vecina que le hace preguntarse por qué hace lo que hace. A partir de entonces, Montag empieza a interesarse por los libros, al tiempo que se plantea su trabajo y la relación que mantiene con su mujer -interpretada por la magnética Julie Christie, que interpreta también a la vecina en un doble papel que sería muy difícil de ver en una película actual.
El relato de Bradbury es absolutamente embriagador, una trama absorbente y que roza el delirio en su fase final, un cóctel maravilloso compuesto por bomberos que provocan incendios en vez de apagarlos, telebasura para atontar a las masas, adicción a los fármacos, hombres-libro que se aprenden novelas de memoria para evitar que desaparezcan... Si es verdad (como algunos dicen) que el libro es aún mejor que la película, habrá que ponerlo en la lista de pendientes.
Por cierto, volviendo a la literatura, parece que a Bradbury, todo lo que tenga que ver con el libro electrónico le "huele a combustible quemado". Con frecuencia se ha posicionado radicalmente en contra de los eBooks y las nuevas tecnologías, en una actitud tan intransigente que recuerda a la retratada en su novela. Al menos así era hasta que le hicieron llegar una suculenta oferta para publicar la versión digital del libro, oferta que el nonagenario Bradbury no tardó en aceptar. Los tiempos cambia, Ray...
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